ESCRITO POR MARIO SABÁN [director de la Escuela de Cábala].
En estos días comenzaremos a leer en las redes las diferentes interpretaciones de la festividad de Janucá. Unos explicarán que Dios obra milagros, otros dirán que la luz vence a la oscuridad y otros nos explicarán, desde la historia, la rebelión de los macabeos contra el poder militar greco-sirio. Cada uno nos traerá alguna luz, como las velas de la janukiá.
Pero siempre hay un olvidado. Siempre hay una luz oculta detrás.
Siempre hay un obrero que no aparece junto al nombre del constructor, siempre hay una cocinera que no aparece detrás de una gran fiesta, siempre hay un trabajador detrás de las grandes empresas, siempre hay un profesor anónimo detrás de toda escuela, siempre hay una luz que se oculta…
En esta festividad tenemos una hermosa vela, aparece más alta o más baja que las otras ocho, es la novena vela: es el shamash. Esta es la vela olvidada. Y en apariencia parece que solo sirve al encendido de las demás.
Esta vela se encuentra apartada y no juega ningún papel principal. Habitualmente contemplamos las otras 8 velas iluminando con toda su energía, pero esta vela queda olvidada.
Sin esta novena vela no podríamos encender las otras 8. Esta vela nos hace meditar sobre la luz oculta del maestro anónimo, la luz que enciende a las otras luces. Quizás su función nunca fue valorada en su justa medida, pero, desde el sod de la Torá, esta novena vela funciona como la letra Álef que no aparece al inicio del texto.
La Álef enciende todo el texto de la Torá, pero lo hace desde su ocultamiento. Por ese motivo fue elegida como la primera letra.
La 9ª vela es el servicio a los demás, es la luz que con su fuego interior enciende a las otras almas. Siempre queda apartada y olvidada, pero los que trabajamos con los secretos conocemos que, sin esta novena vela, las demás no se podrían encender, las demás no tendrían luz.
Esta es la vela que tiene luz propia, las demás solo tienen la luz que esta novena vela les puede entregar.
Todos quieren ser una de las 8 importantes luces. En esta festividad, te invito a contemplar la 9ª vela porque allí se esconde el secreto de la luz de Dios, que se oculta para que nosotros iluminemos el universo.
Trabajemos todos para lograr ser como la novena vela.
Seamos luz desde el anonimato y la humildad.
Para ser iluminadas, las 8 velas solo reciben luz. La novena vela es la que otorga la luz. Si no tuviéramos la potencia de la 9ª vela, las otras ocho estarían eternamente esperando la luz.
¡Viva la novena vela! ¡Viva la luz de Dios!
©Mario Sabán
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