ESCRITO POR BEGOÑA DE PRADO [profesora de la Escuela de Cábala].
La mística hebrea ha carecido de la influencia femenina, tal como Gershom Scholem expresaba en sus trabajos de investigación: «Tanto histórica como metafísicamente es una doctrina masculina hecha por y para varones».
Habrá que esperar al siglo XX, cuando la apertura iniciada por el místico Yehuda Ashlag en la difusión de la ancestral Cábala hebrea permita el acceso al estudio a las mujeres.
Puede que todavía sea una pequeña voz, pero es una voz creciente que se manifiesta en la amplia presencia de mujeres en los estudios de mística hebrea y en diferentes obras que paulatinamente publican.
Podemos denominar como ausencia/presencia el amplio trabajo silenciado de las mujeres a través de la historia. Las mujeres son «el hilo que hila debajo de la historia», como reflejaba el poeta Laureano Albán preguntándose: «¿quizás debajo de Dios?», rememorando el texto bíblico: «Todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos y traían lo hilado: azul. púrpura, carmesí o hilo fino»; Shemot 35:25.
El potencial de vida y el trabajo realizado por las mujeres es lo que está fructificando en este siglo XXI. Estamos en el periodo final del sexto milenio acercándonos a los prolegómenos de una era donde las desigualdades y las jerarquías desaparecerán. La danza circular de Miriam, tras el milagro de la separación de las aguas que permitió al pueblo de Israel cruzar el mar, vaticinó ese momento al que tal vez se acceda.
El diferente status de lo femenino está en el origen de la Creación, tal como reflejan los versículos de Génesis y como explicaron posteriormente nuestros cabalistas.
El Ari Isaac Luria reformuló el proceso de la creación con su original idea del tzimtzum, autocontracción o retirada del Ein Sof, de la que derivan también nuevas concepciones del exilio de la divinidad, la «ruptura de los vasos» (Shevirat Hakelim), el origen del mal o la restauración cósmica.
Los dos momentos en el cuasi simultáneo inicial instante del Tzimtzum Álef y el Tzimtzum Bet que explica el Ari nos acercan a la comprensión del texto bíblico donde dos versiones de la creación del ser humano y de la aparente contradicción en la creación de las dos grandes luminarias con una disminuida luna acto siguiente. Lo femenino/receptor queda empequeñecido y subsidiario del potencial masculino/dador.
Advertido Adam de no comer del fruto del Árbol del Daat del Bien y del Mal del Gan Eden, informa a Javá de la prohibición, pero esta, confundida o incapaz de discernir, en su ausencia, ante las explicaciones del Najash (serpiente) comerá e invitará a comer. La carencia de copulación de lo masculino y lo femenino, de la Jojmá y la Biná, abre la entrada al mundo de la dualidad y de la fragmentación. Se inicia un largo recorrido de milenios por un necesario proceso de rectificación del universo.
Mujer y cábala
El curso propone un estudio de la importancia de lo femenino/mujer en el proceso de rectificación o tikún. La eliminación del mal requiere acabar con todas las desigualdades entre hombre y mujer.
La vida tiene un sentido y el universo un propósito, como siempre proclamó el judaísmo. Surge un universo imperfecto donde, sin embargo, como dice el profeta: «Toda la tierra está pletórica de su gloria»; Isaías 6:3. Percibir esto desde la densidad de la materia en el universo de Asiá, dada la superior proporción de mal sobre el bien, posibilita iniciar un proceso de retorno a la Unidad.
La sabiduría de Cábala ha ido explicando a través de los siglos la cuestión de la luna disminuida. Así, podemos acceder a las diferentes etapas que indica el Ari a partir del Zohar, en la relación de los masculino y lo femenino, y llegar a la claridad expresada por R. Shlomó Elyashev, cuando decía que la desigualdad de género es la causa principal del mal en el universo: la eliminación del mal requiere acabar con todas las desigualdades entre hombre y mujer.
El arquetipo femenino ha ido fluyendo a través de los tiempos. Desde los tiempos bíblicos hasta hoy nos encontramos con ejemplos de mujeres en distintos estados de elevación. Así podemos entender a la Sulamita de El Cantar de los Cantares cuando dice: «Yo soy de mi amado y su deseo es hacia mí», como una muestra rectificación del proceso de logro de la igualdad desde aquella inicial sentencia: «Hacia tu hombre irá tu deseo y él te dominará»; Génesis 3:16.
¿Era necesario disminuir lo femenino? No tenemos muchas respuestas al respecto, pero sabemos que una simetría total impide el cambio y la evolución. Es necesario un desequilibrio o equilibrio asimétrico para que exista movilidad y cambio. Podemos intuir que una disminución de lo masculino dador generaría posiblemente un universo raquítico de luz y sin posibilidad de expansión. La incapacidad de lo femenino/receptor de contener la potencia de lo masculino/dador fue la causa de las “ruptura de vasijas” y la introducción del mal en la creación.
La mujer, como último eslabón de lo “femenino de lo femenino” de la Creación, hemos asumido a lo largo de siglos la tarea de ir ampliando nuestras capacidades (o revelando nuestra luz interior), reivindicando derechos y señalando los errores de pensamiento justificativos en los diferentes paradigmas por los que hemos transitado.
Lo cierto es que, descendiendo del arquetipo, nos encontramos con que la mujer, apartada del estudio, replegada por límites en la acción, ha transitado por siglos de doble esfuerzo dada su relegación a un nivel inferior.
El esfuerzo desplegado por la mujer a lo largo de siglos de marginación le ha permitido un amplio entrenamiento. Una resilencia sostenida que le ha permitido llegar a un presente donde los límites se han ido sobrepasando y la elevación de la mujer (al menos en ciertos ámbitos geográficos como el mundo occidental) es una realidad creciente.
La esencia de lo femenino es recibir para manifestar. La creciente voz debe manifestarse en todos los ámbitos de la acción y lograr el disfrute de lo cotidiano eliminando roles caducos.
Todo empezó con la simbólica disminución de la luna en el Génesis y hemos transitado por diferentes etapas, tal vez con la sola ayuda de la plegaria que nos puede seguir acompañando: «Que Tú rellenes el defecto de la luna para que no haya disminución en ella. Que la luz de la luna sea como la luz del sol y como la luz de los siete días de la creación, antes de que fuera disminuida, como dice Tu Torá: Dios creó dos grandes luminarias».
©Begoña de Prado
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Mujer y cábala
El curso propone un estudio de la importancia de lo femenino/mujer en el proceso de rectificación o tikún. La eliminación del mal requiere acabar con todas las desigualdades entre hombre y mujer.