La única causa es la vida y la preservación de la vida de todos

ESCRITO POR MARIO SABÁN [director de la Escuela de Cábala].


«¿Por qué los seres humanos nos seguimos matando unos a otros?»

MARIO SABÁN


La redención de la humanidad y mi vergüenza personal: Proyecto para una terapia mundial

Si nos paramos a leer la historia de la humanidad, nos tendría que a todos dar vergüenza. En estos últimos días estoy muy avergonzado de pertenecer a la raza humana. Me hubiera gustado convertirme en una flor que solo florece y no está pensando en destruir a las demás flores del jardín.

Ingresan “hombres armados” y matan a 1400 personas, familias enteras aniquiladas con un sadismo fuera de toda compresión. Luego se esconden y, para buscarlos, mueren más niños y mujeres en una espiral que parece que no tiene fin.

Un niño es un niño, una mujer es una mujer, sea de la nacionalidad que sea, sea de la religión que sea, sea de la tribu que sea… Todos tenemos la misma sangre roja recorriendo nuestras venas, todas somos almas que hemos venido a realizar una función sagrada dentro de esta realidad material.

¿Qué sentido tiene seguir matándonos? ¿Cuántos muertos necesita la humanidad para corregirse?

Durante las invasiones mongolas (1207-1472), murieron 50 millones de seres humanos. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), entre 10 y 20 millones de seres humanos. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), entre 60 y 80 millones de seres humanos. Durante las guerras del Opio en China (1839-1860), unos 55 millones de seres humanos. En la rebelión An-shi en China (hacia el año 750), unos 33 millones de seres humanos. En las campañas de Tamerlan (1382-1405), unos 20 millones de seres humanos. En la guerra civil de Rusia (1917-1922), unos 15 millones de seres humanos. En la Guerra de los 30 años en Europa (1618-1648), unos 6-7 millones de seres humanos. En las guerras de religión en Francia, unos 4 millones…

Y no quiero continuar esta lista porque no tiene sentido.

Los millones de personas que hemos asesinado son incalculables.

Me pregunto:

¿Qué tipo de “civilización” hemos construido? ¿Cómo podemos frenar esta destrucción sucesiva de la humanidad?

Las guerras han tenido las causas más variadas: guerras de religión, guerras ideológicas, guerras económicas, venganzas…

¿Tiene sentido ver un bebé israelí asesinado a tiros por un demente y ahora ver a otros niños en Gaza muriendo del otro lado porque los dementes se esconden dentro de la población civil? ¿Qué tipo de valentía es matar niños en sus cunas? ¿Qué tipo de valentía es matar a jóvenes festejando por la paz? Y ahora, ¿qué? Ahora viene el contragolpe… Más sufrimiento, más dolor…

Nada de todo esto tiene sentido porque estamos frente a Amalek, el mal absoluto. Y el mal absoluto se disfraza de causas para asesinar y destruir.

Tenemos que destruir todas las justificaciones que nos lleven al asesinato: defensa de patrias, de religiones, de ideologías, de sistemas económicos, de líderes, de sectas, de gurúes, de sindicatos, de clases sociales, de grupos empresariales…

Lo único que debemos defender es la vida de las personas.

La verdad es que me he agotado de defender causas, porque, si uno analiza la historia, todas las causas han sido utilizadas para nuestro exterminio.

La Inquisición española, que decía defender una noble causa, quemaba viva a la gente en la hoguera… Stalin, para defender al comunismo, llevó a millones de personas a Siberia a morir de hambre… Y ni hablemos del nazismo, todos conocemos sus atrocidades.

Pero el tema aquí es otro: ¿cómo terminamos con el mal, venga de donde venga?

Si cada “causa” que defendemos lleva a la muerte del otro, debemos terminar con todas las causas.

La única causa que yo voy a defender hasta que me muera es que ningún niño más, ninguna mujer más y ningún ser humano más muera a manos de otro.

Digamos, pues, adiós a todas las causas, porque ninguna causa nos da derecho a matar a los demás…

La única causa es la vida y la preservación de la vida de todos.

No soy ingenuo, no se puede hablar con Amalek, que es el asesino que viene a matar y del cual me tengo que defender…

A Amalek hay que destruirlo, porque de lo contrario nos destruiría a todos.

Pero debemos hacer algo para que jamás Amalek vuelva a levantar su cabeza.

Una idea para realmente alcanzar la redención del mundo es enviar a los 8 mil millones de personas a terapia… En vez de gastar en armas, los estados nacionales deben enviarnos a todos al psicólogo.

Yo crearía un fondo mundial económico para que todo el dinero que hoy se invierte en armas nos “corrija” a todos, uno por uno.

Propongo, pues, una terapia “global” de la humanidad, que cada persona en todo el planeta tenga la obligación de hacer terapia, y que, en vez de financiar a los militares, financiemos una ejército de terapeutas espirituales a nivel mundial para terminar con los desequilibrios internos de todos nosotros…

Si no hacemos realmente este trabajo terapéutico global, esta terapia general con cada persona para terminar con el “mal” que anida en nuestro interior, no podremos alcanzar nunca la paz.

Si un día nos levantamos los 8 mil millones de personas con paz interior y amor por los demás, las guerras habrán terminado.

Dudo que los gobiernos de muchos estados estén dispuestos a comprometerse con un proyecto como este, porque en cuanto cada alma aumente su nivel de consciencia el poder se desintegrará inmediatamente.

La base del poder es nuestra falta de consciencia.

Si no logramos corregir nuestro “mal” interior, la raza humana no tendrá ningún futuro dentro del universo.

Mi propuesta es clara: enviar a los 8 mil millones de personas a terapia, ya mismo, comenzando por los políticos que nos gobiernan y por los religiosos fundamentalistas que creen poseer la verdad absoluta.

©Mario Sabán

Escrito y publicado el 27 de octubre de 2023.


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