Encarnar las sefirots: hacer carne el saber cabalista y transformarlo en hechos

ESCRITO POR YOSEF VEIRA [profesor de la Escuela de Cábala].

La facilidad que otorgan los actuales soportes de información hace que cualquier persona tenga a su disposición una cantidad de literatura que sería la envidia de cualquier místico del medioevo. 

Esto, que a primera vista resulta en un beneficio, tiene su cara oculta, como todo en este universo dual.

Fiel a su tendencia a la confusión, el humano actual no solo confunde el aspecto físico con la belleza interior o las posesiones con la felicidad, también confunde la información con el conocimiento.

Este efecto, que se ve reflejado continuamente en debates absurdos en las redes sociales —ya que el usuario promedio asume que su información es conocimiento, sin someterla a ningún contraste-, también está presente entre los estudiantes de cábala.

La cábala es entonces reducida a su mínima expresión, en el sentido de ser tratada como una mera acumulación de datos; eso sí, aderezada con una compleja terminología hebrea, lo que le da “plus” de interés, un aire más sofisticado, misterioso y profundo.

Obviamente, dicha profundidad es ficticia. Es un autoengaño. Si el alumno se autoengaña y un día llega a maestro, continuará perpetuando dicho engaño.

Con el objetivo de acabar o reducir al mínimo las posibilidades de autoengañarnos, hemos diseñado un curso en el que analizaremos los aspectos primarios, fundamentales de la cábala. De esa forma obtendremos cierta tranquilidad de no estar haciéndonos “la trampa en el solitario”, como suele decirse.

Las sefirot encarnadas: El fin del autoengaño

Las sefirot encarnadas: El fin del autoengaño

Conceptos básicos para entender los mínimos éticos para realizar un trabajo de transformación personal cabalístico, con especial énfasis en la comprensión y gestión emocional desde el modelo místico hebreo.

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El autoengaño es uno de los grandes oponentes de todo estudiante, no importa el nivel. Grandes maestros se han derrumbado sucumbiendo a él. No deberíamos cometer el error de tomarnos a la ligera su efecto en nuestra vida y en nuestro trabajo interior.

El autoengaño puede atacarnos desde cualquier ángulo, incluso desde un ángulo muerto, donde no somos capaces de prevenir su efecto. Puede llegarnos desde una autoestima transformada en delirio de grandeza, puede colarse parapetado tras nuestras creencias religiosas. Las posibilidades son infinitas. 

Sin embargo, es imposible definir cómo y cuándo sucederá. Una actitud paranoica puede hacernos caer en el dogma y el fanatismo. Como todo combatiente sabe, es necesario adoptar una postura serena y relativamente relajada ante el peligro que acecha, ante lo incierto. Ser como el bambú, flexibles y firmes a la vez.

A mi humilde entender, la forma más efectiva es la de una fidelidad funcional a ciertos principios básicos. A veces, nuestra propia retórica deforma la realidad, pero, si uno invoca los elementos básicos —que justamente lo son por ser imprescindibles— y detecta una discordancia, fácilmente puede retornar al sendero.

Si bien se entiende por “práctica” a la kabbalah maasit, la de carácter más bien mágico, personalmente asocio el término a un trabajo cabalista que se refleje en el mundo físico, en nuestras obras, más que en nuestras palabras, posturas filosóficas o pasiones religiosas.

Una cábala realmente práctica es aquella que se manifiesta en nuestro cuerpo. Si bien la mente y el sentimiento pueden dejarnos lugar a dudas, el cuerpo es contundente en su expresión. Si somos generosos o egoístas, lo apreciaremos rápidamente en nuestro entorno físico. 

La cábala, a decir del maestro Ione Szalay (Z’L), es el arte de la presencia. “Estar presente” implica encarnar, propiamente dicho, esos principios aparentemente etéreos o abstractos. Por “encarnar” se entiende cristalizar en actos la enseñanza cabalística.

De lo contrario, seremos como una aeronave con una carga valiosa que no consigue aterrizar. El conocimiento teórico es la vasija mediante la cual debemos hacer descender luz a este mundo. Quedarse solo con la vasija, por bonita que sea, no produce ningún cambio en nuestras vidas, que al final es lo que importa; como tener un hermoso plato de sopa sin sopa, no va a calmarnos el hambre.

Con esto en mente, estudiaremos las posibilidades de hacer carne el saber cabalista, de transformarlo en hechos. Así, con ayuda de Dios, lograr que nuestras manos sean las manos que elegiría Él para hacer el bien en este mundo. Shalom.

©Yosef Veira


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