ESCRITO POR MARIO SABÁN [director de la Escuela de Cábala].
Dicen los sabios del Talmud (tanto en el Talmud de Jerusalén, Yoma 1.1, como en el Talmud de Babilonia, Yoma 9 a-b) que el Segundo Templo de Jerusalén fue destruido por «sinat jinam» (el odio entre hermanos).
Siempre existe «destrucción» cuando un ser humano odia (por cualquier causa) a otro ser humano.
Podemos tener diferentes opiniones religiosas, diferentes opiniones políticas, porque Dios nos construyó desde las diferencias.
Existen diferentes almas y cada una aporta la luz que Dios le ha otorgado. Y la luz de cada alma es única y debe cuidarla para que nos ilumine a todos.
Sabemos que cuando un ser comienza a odiar a otro, comienza el proceso de destrucción.
En esta realidad nadie tiene la verdad absoluta (gracias a Dios).
Por lo tanto, como cada alma es una luminaria, debemos tratar con el máximo respeto la luz que esa alma nos otorga, porque cada alma es una vela de Dios que nos ilumina a todos.
La única fuerza que puede vencer la destrucción es el amor. Cuando surge el amor del alma, podemos lograr reconstruir nuestro Templo interior.
Cada vez que alguien quiere imponerse sobre los demás seres humanos a través de la violencia física o verbal vuelve a destruir el Templo de Jerusalén.
Lamentablemente, a diario vemos cómo muchos atacan al prójimo, como si ellos tuvieran el monopolio de la verdad de Dios.
Mientras que la religión somete, la espiritualidad libera.
Shalom a todos y que nunca más se vuelva a destruir nada por odio entre hermanos.
Que con amor construyamos en paz nuestro mundo para lograr la rectificación final.
Que siempre nos amemos y nunca más nos odiemos, sea por la razón que sea.
@Mario Sabán
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